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Patadeperro

Pata académica

Uno académico

Bueno, sin muchas ganas y con un poco de dudas, inauguré, junto con mi director de tesis y otro compa físico-sociólogo, un Blog (el tinglao), que pretende ser algo así como nuestro espacio virtual de discusión de temas académico-filosófico-tecnológico-sociológico-cotidianas. Apenas está arrancando, pero de repente puede ser interesante para aquellas personas que también usen Internet para cosas "serias".

Breve reflexión sobre un problema de estudio y la metodología cualitativa.

En busca de un problema de investigación.
El pensar en un problema de investigación es quizá una de las tareas más difíciles de afrontar cuando se comienza a incursionar en el campo académico. Existen tantas posibilidades de temas y tantas fuentes posibles que presentan elementos interesantes que a menudo nos encontramos con la imposibilidad de tener un punto de partida con el cual comenzar. En mi caso, el interés por la Sociedad de la Información viene de años y fue gracias a mi contacto personal con el Internet y los ordenadores que encontré la temática general de estudio que ha guiado mi trabajo: la Comunicación Mediada por Computadoras (CMC). Hace ya más de 8 años que comencé a trabajar en diversos estudios en torno a este fenómeno emergente, los cuales han tenido como ejes la identidad, el género, la comunicación, la socialización, la sexualidad y la construcción de la comunidad; se han desarrollado en diversos sistemas de CMC (BBS, correo electónico, webchats, etc.) y han utilizado técnicas de investigación tanto cualitativas como cuantitativas. En este sentido, y teniendo en cuenta el curso que estamos llevando, pensé en desarrollar un problema de investigación paralelo pero diferente, como una forma de pensar sobre lo que trabajo desde otra visión.
Hace tres meses que cambié mi residencia de México a España y una de las cosas que más me ha llamado la atención es, por un lado, la gran penetración de los teléfonos móviles (superando ya en número a los teléfonos fijos) y, por el otro, el avance en la implementación de nuevos elementos técnicos en los mismos aparatos de telefonía móvil, por ejemplo el anuncio de la tecnología de tercera generación que permite el uso de videoconferencia (y que se suma a características anteriores que habían sido novedosas con respecto a los primeros teléfonos móviles como cámaras de fotos, mensajes multimedia, acceso a Internet, juegos, etc.). Dejando fuera aparatos como el Blackberry o los móviles con un PDA integrado, lo que hay es una coexistencia de teléfonos de vieja y nueva generación que integran, cada vez más, elementos tecnológicos variados y que parecen tener una tendencia hacia la convergencia del teléfono como un instrumento de comunicación, una fuente de información, un aparato de ocio y hasta un monedero electrónico. Ahora bien, el terreno es ya bastante amplio como para pensar en problemas (de investigación y sociales), algunos de los cuales podrían consistir en reflexionar sobre el posible peligro que traen consigo los móviles en el terreno de la conducción automovilística, la preocupación por la privacidad en relación al ámbito laboral y personal, el crecimiento entre actividades comerciales y el uso del móvil, las imágenes tan extrañas de personas hablando “solas” por la calle o juntas en lugares públicos donde no se comunican entre ellas, es decir, los elementos que acarrea el uso del móvil en lo social. Todas estas custiones han sido más o menos mencionados en diversos medios de comunicación y, por supuesto, algunas de ellas ya son explotadas comercialmente (la compra de tonos polifónicos, el uso de SMS como votaciones electrónicas, etc.). En este sentido, la temática que a mí me interesaría como posible objeto de estudio en torno a los móviles, enmarcada en la tradición de los estudios sobre usos y apropiaciones de la escuela culturalista británica, sería la de la relación entre comunicación y espacio. Es decir, una de las cosas que se señalan como ventajas de los móviles (especialmente a nivel mercadotécnico) es la capacidad que tienen de “independizar” a las personas de sus espacios físicos, pues con el móvil ya no es necesario estar en un lugar para recibir o hacer una llamada (en teoría, porque ni en el metro ni fuera del alcance de las células de radiotransmisión se pueden efectuar llamadas) pero tampoco se requiere un aparato extra para hacer fotografías, mandar correos electrónicos, jugar a un videojuego o conocer el resultado de un partido de fútbol. Por otro lado, los móviles se intentan convertir, al personalizarlos con tonos, carátulas, imágenes de pantalla y uso de la cámara fotográfica, en una “extensión” de las personas (recordando a McLuhan) o al menos de su personalidad. Sin caer en un determinismo tecnológico, cuestión que no comparto en lo más mínimo, y sin exclamar, como hacen algunos autores, que la tecnología ha abierto caminos revolucionarios o que presenta una novedad total (cuando en realidad muchas de sus características llevan años presentes en la ecología tecnológica. No obstante, lo que sí es hasta cierto punto novedoso y digno de atención es el hecho de que una sola herramienta cuente con funciones tan distintas y dispares) la intención del problema a enunciar sería conocer si ha habido cambios, y cuáles serían, en la relación entre las personas y el espacio físico a partir del uso del teléfono móvil. Recapitulando, partiendo de la llamada Sociedad de la Información y teniendo como un primer elemento de llegada la proliferación e importancia de los teléfonos móviles en la sociedad española (europea, me atrevería a decir), que permea diversos ámbitos, desde el trabajo y el ocio, hasta la familia y las relaciones personales, me planteo varias preguntas. En específico, utilizo la directriz que es la relación entre el espacio físico rígido y el “espacio móvil” (término que apunto a manera de hipótesis):
–¿Existe realmente una reconfiguración de la percepción sobre el espacio físico, el territorio y las distancias a partir de la movilidad que puede generar la comunicación móvil?
–¿Qué elementos de la vida cotidiana se ven transformados, reformulados, suprimidos o posibilitados por un elemento tecnológico como el móvil?
–¿Cómo conciben las personas usuarias de teléfonos móviles su aparato? ¿Qué dimensiones cognitivas, sociales y culturales le otorgan a dicha herramienta tecnológica?
Ahora bien, dado que estas preguntas parecen apuntar a caminos distintos, aunque igual de interesantes, pero en principio poco factibles de estudiar en un sólo trabajo me quedaría con el siguiente problema a manera de enunciado:
Dado que no sabemos si el uso y la apropiación del teléfono móvil ha cambiado realmente la relación entre las personas y el espacio físico (como se señala por ejemplo en la publicidad sobre dichos aparatos), sería pertinente estudiarlo para ver si estas posibles modificaciones han traído como consecuencia también un cambio en la cognición sobre dicho espacio.
Este sería un primer acercamiento a un objeto de investigación en forma de formulación de un problema.

Las causas y los motivos de los sujetos (a partir de una lectura de Taylor y Bogdam).
La “pelea” entre la visión crítica y la positivista tiene su base en el desarrollo histórico y social de la ciencia, en la necesidad de los científicos sociales de ganar, para el estudio de lo social, el tipo de afirmación y respeto que en su momento lograron los científicos de la naturaleza. En Sociología, por ejemplo, ya Durkheim, siguiendo a Comte, esgrimía el argumento de que: “los fenómenos sociales son hechos naturales sometidos a leyes naturales” (p.73-74). Hace ya tiempo que las visiones hermenéutica, crítica y constructivista han ido ganando terreno y consolidando sus métodos de recolección de datos, incluso algunos de los exponente de escuelas como la de Estudios Culturales se encuentran en una fase de replanteamiento sobre algunas de sus premisas (por aquello de que algunos estudios micro no alcanzan a tener un sustento teórico-metodológico y de análisis de datos más sólido). Sin embargo, los científicos sociales , al menos en principio y en un gran número, aunque recordando que en la historia de la antropología hay elementos que podrían servir para contradecir esta afirmación, más que intentar describir lo social como un hecho delimitado por leyes innamovibles, fijas y perpétuas, con el propósito de “controlar” y establecer causalidades, han pasado, de manos de las técnicas cualitativas, a buscar explicaciones sobre los motivos por los que la sociedad se comporta de determinada manera, no ya como un bloque preciso y predecible sino como un conjunto de actores con nombres, vivencias, historias, creencias y características que los convierten en diferentes dentro de un grupo de iguales (muchas veces no tan iguales). Es decir, existe una renuncia implícita (y muchas veces explícita) a establecer determinaciones en la comprensión de la sociedad y con ello a buscar relaciones causales. En su libro, Taylor y Bogdam, al hablar de los métodos cualitativos, lo dejan muy claro al apuntar que “más que un conjunto de técnicas para recoger datos. Es un modo de encarar el mundo empírico” (p.20). Quizá esto implica a su vez una “humanización” de la ciencia, en el sentido de buscar darle un espacio en las “grandes respuestas” a personas que día a día construyen, con su vivir cotidiano, lo que llamamos sociedad. Apuntalando esto, al hablar de lo que es importante en la entrevista a profundidad, los autores mencionan que “sus (de los informantes) significados, perspectivas y definiciones; el modo en que ellos ven, clasifican y experimentan el mundo” (Taylor y Bogdam, 1986: 114), situación en la que concuerdan también Jankowski y Wester (1993). Vemos de esta manera que se pasa del frío entendimiento de lo social como naturaleza, a la calidez de la búsqueda de los actores en la sociedad.

Métotos cualitativos y estudios de Internet.
Para finalizar, quiero hacer un último apunte que deje abierta la discusión para lo que queda del módulo. Viniendo de los estudios de comunicación, uno de mis intereses ha sido la Comunicación Mediada por Computadora, un campo emergente que se mueve entre los estudios de los medios masivos, la sociología de la tecnología, la psicología social y varias disciplinas que lo han tomado como objeto de estudio. El problema ha sido, como apunta Jones (1999), que “el simplemente aplicar teorías y métodos existentes al estudio del fenómeno que significa Internet, no es una forma satisfactoria de construir nuestro conocimiento del Internet como un medio social” (p. X). Por su parte Jensen menciona que:
En los estudios sobre comunicación nos encontramos demasiado a menudo con que las elecciones metodológicas se han hecho mucho antes de determinar los objetivos y fines de la investigación, por lo que las metodologías se convierten en soluciones en busca de problemas (Jensen 1993:15)
Los estudios sobre Internet que utilicen métodos cualitativos tienen mucho camino por delante, ya que se presentan nuevos retos a vencer, por ejemplo, la distinción entre virtual y real, la complejidad de encontrar conceptos que sirvan para situar los fenómenos en una correcta dimensión, etc. En ese sentido, y al ser un campo al que le queda mucho por ser explorado, la distinción que se establece entre buscar las explicaciones de las causas y centrarse en la comprensión de los motivos es básico para no cometer los errores que se vienen gestando desde los centros de desarrollo tecnológico con apologías milenaristas o con las críticas sin fundamento de los peligros de la sociedad de la Información.

Bibliografía:
Durkheim, E. (2002). Las reglas del método sociológico y otros escritos sobre filosofía de las ciencias sociales. Madrid: Alianza.
Jankowski, N.J. y Wester, F. (1993). La tradición cualitativa en la investigación sobre las ciencias sociales:contribuciones a la investigación sobre comunicación de masas. En N.W. Jankowski y Karl Jensen (Eds.) Metodologías cualitativas de investigación en comunicación de masas. Barcelona: Bosch.
Jones, S. (1999). Studying the Net: Intricacies and Issues. En Steve Jones (Ed.). Doing Internet Research, (p. 1-27). Estados Unidos: SAGE Publications.
Jones, S. (1995). Understanding Community in the Information Age. En S. Jones. (Ed.), CyberSociety : computer-mediated communication and community. E.U.A. : Sage Publications.
Taylor, S. y Bogdan, R. (1987). Introducción a los Métodos Cualitativos de Investigación. España: Paidós.

Por cierto (tarea)

Si alguien se entera qué dice la APA de cómo citar blogs, pues espero me cuente porque yo no sé.

Hacia la construcción de una agenda de Investigación de la Sociedad de la Información.

Un mundo tecnológico y nada nuevo.

Uno de los elementos que parece permear las reflexiones más recientes relacionadas con el Internet y, en general, con las llamadas nuevas tecnologías es el replanteamiento del hecho de que hace tiempo que dejaron de ser novedosas (aunque algunos usos, como el de los mensajes SMS, los mensajes multimedia o las cámaras de fotografía y video, por nombrar algunas nuevas funciones de los móviles y tomarlos como ejemplo, hacen que se reconfiguren las dimensiones de utilización y apropiación de una misma tecnología). Ahora bien, ¿qué queda después de una década de la Web, de varios años con los ordenadores de consumo, de la amplia difusión de las conexiones de alta velocidad, los móviles de última generación, las cámaras digitales, la convergencia tecnológica y muchos otros elementos que forman una ecología tecnosocial cada vez más envolvente e interdependiente que se autoreproduce y complejiza contínuamente? La respuesta no parece clara ni fácil y se complica a medida que más países, personas y gobiernos entran en el juego y mientras más y más procesos y estrategias dependen de bases tecnológicas. Además, es clave el hecho de que dichas bases inunden esferas tan importantes de lo social como el trabajo, la familia, el ocio o la política. Está claro que un amplio sector de la sociedad, no sólo en distinciones clásicas como norte o sur, rural y urbano o desarrollado y en desarrollo, sino como Aunque sigue siendo ciertoque el acceso a esta “tecnosfera”, con el Internet como espina dorsal, es elitista y sectario, existen dos elementos a considerar en ello: por un lado, la importancia que tienen dichos elementos tecnológicos en la nueva conformación cultural, simbólica y mediática en el mundo entero, protagonismo que permea a la sociedad en general, independientemente del acceso a la red o a cualquier otro insumo. Es decir, aunque millones de personas todavía no tienen acceso a la Red, al teléfono, incluso ni a recursos mínimos para la subsistencia, la mayoría de los gobiernos, instituciones educativas y empresas utilizan las computadoras y muchas veces al Internet (por nombrar dos herramientas) para la toma de decisiones en ámbitos que impactan a países, poblaciones y economías enteras. El segundo elemento a considerar es que los índices de acceso están incrementándose vertiginosamente en geografías que tenían un desequilibrio, como América Latina y Asia, así como en diferentes generaciones y en las mujeres (éstas y las personas mayores habían sido hasta ahora los grupos con menor acceso a Internet), lo que hace que poco a poco tienda a balancearse la desproporción existente, aunque está claro que el equilibrio de acceso nunca podrá estar ni siquiera cerca de la mitad de la población, ni dentro de los países ni entre ellos, por el simple hecho de que los accesos a la riqueza son desiguales (evidentemente, los países desarrollados tienen un índice mucho más alto de conectividad que los considerados en vías de desarrollo). A pesar de que hay avances positivos con base en políticas y acciones gubernamentales, académicas y sociales, todavía es largo el camino. Tendríamos aquí un primer objeto de conocimiento y un punto para la agenda: conocer las condiciones macro en las que se gesta la implementación de elementos tecnológicos, lo que podría hacerse en forma de indicadores o mapas de “conectividad” (cfr. Gómez y García, 2001) o en ensayos extensos que tomen como punto de partida un elemento y su relación con la tecnología (cfr. Carnoy, 2000)

Ahora bien, la cuestión no es sólo de forma sino de fondo ya que las tecnologías, por si mismas, no representan una condición “ética” o social. Las mismas herramientas pueden servir tanto para la organización de la ayuda para las víctimas del maremoto como para hacer volátil la economía de un país o para que personas con intereses comunes se comuniquen, independientemente de su lugar en el mundo. Es su uso y apropiación lo que les otorga sentido, más allá de su estructura y funciones. Por ello es necesario, por un lado, conocer las características intrínsecas de las herramientas y, por otro, sus posibilidades en diferentes ámbitos.

Responsabilidad y acción en busca del conocimiento.

Ya aceptamos como algo común que en la compra de un billete de cualquier transporte o la inscripción o utilización de algún servicio, se nos haga esperar porque “no hay sistema” y ello no puede más que significar la imposibilidad de actuación por parte de personas que cada vez dependen más de un ordenador, de una red, de un móvil o de elemento tecnológico. Hemos interiorizado, lo que algunos autores como Silverstone, Morley y Hirsch (1992) suelen llamar “domesticado”, a las tecnologías, de tal manera que no esperamos que el ascensor se caiga o el coche se descomponga, y aun así, cuando el móvil se queda sin batería, el ordenador se traba o el servidor, en contra de su nomenclatura, no sirve, la culpa siempre está en el Self de las máquinas y nunca en nuestra relación, conocimiento, uso y apropiación de ellas. Es decir, se han vuelto tan “transparentes” que la misma transparencia hace que desconozcamos por completo su funcionamiento, sus procesos, sus capacidades, fortalezas y debilidades. Necesitamos por un lado, utilizar adecuadamente la ecología tecnológica que nos rodea pero siempre acompañando este uso de la reflexión y la crítica (constructiva para matizar) acerca de ella. Su uso y apropiación, que si bien no es capaz de modificar lo social por si mismo, tampoco es del todo inofensivo. Ejemplos de dicho impacto podríamos tener muchos, el mismo lenguaje podría servir como uno, no sólo se ha llenado de neologismos y tecnicismos sino que incluso se ha “creado” uno especial para ciertas tecnologías como los “RK2” de los móviles. Un ejemplo extra sería la gran cantidad de personas que establece relaciones (de todo tipo) a través del ordenador y que acaba cambiando su vida por una mujer o un hombre que conoció a través de bytes. Estas pequeñas “anécdotas” de la Sociedad de la Información, nos pueden servir como pistas para un proceso mucho más complejo y serio que es el de reflexionar constantemente, desde lo social, porque es mi campo de interés pero que fácilmente podría extrapolarse a lo político, lo económico, lo cultural etc. (lo que me parece ha sido el objetivo de esta clase) sobre la llamada Sociedad de la Información. Esta tarea, si bien pasa por los académicos, las universidades y mayoritariamente (preocupantemente quizá) las empresas, debe buscar democratizarse, expandirse, elaborarse públicamente. De ahí que algunos de los fenómenos de este ambiente tecnológico resulten tan buenas metáforas de procesos necesarios y pienso en la comunidad que trabaja en proyectos de software libre quienes no sólo utilizan las tecnologías, crean las tecnologías, no sólo reflexionan comunitariamente sobre ellas, desarrollan proyectos comunitarios con ellas, no sólo establecen un punto de partida para pensar sobre las necesidades sociales a partir de la tecnología sino que piensan la tecnología a partir de las necesidades sociales. Tendríamos de esta manera dos puntos más en la agenda que se pretende construir: El continuar con investigaciones enmarcadas en la tradición cualitativa, reflexiva, crítica y cultural sobre el uso y la apropiación de las tecnologías por parte de las personas (cfr. Jones, 1999, 1997, 1995). Estoy de acuerdo con él cuando plantea que “El Internet no es sólo una tecnología sino un motor de cambio social, uno que ha modificado hábitos de trabajo, de educación, relaciones sociales en general, y, quizá lo más importante, nuestras esperanzas y sueños” (p.2).
El último punto, que me parece una asignatura pendiente para muchos académicos, es el proporcionar herramientas de difusión del conocimiento para el grueso de la sociedad, como dice Howard refiriéndose a un texto de Leslie Reagan Shade: “Los investigadores no sólo deben estudiar la forma en la cual las inequidades sociales son replicadas en línea sino también deben construir proyectos para revertir esas inquidades” (2004, p. 3). Esto puede hacerse en forma de difusión de resultados de investigaciones, de organización de sistemas de información sociales (cfr. Galindo, 1996) y de instrumentación de proyectos sociales que operen con base tecnológica.

Hacia una verdadera Cibercultura (a manera de conclusiones).
Me parece muy valiosa la anotación de Wellman, B. y Haywothnthwaite, C. (2002) quienes proponen un matiz en el estudio del Internet y comenzar a trabajarlo como un objeto de conocimiento que ya está integrado en nuestras vidas cotidianas. También concuerdo con González (2003) quien señala que más allá de nombrar a la Cibercultura como una nueva conformación de la esfera cultural con la característica de las tecnologías de información como un elemento fundamental de ella, requiere de un trabajo conceptual más allá del uso pragmático de una palabra que no alcanza a definir, teórica y epistemológicamente, lo que pretende significar. Ese podría ser el punto de partida y el reto para la agenda propuesta, un sistema de información que se base en el análisis inter y multidisciplinario y que nos lleve a comprender a fondo los alcances de este concepto de Cibercultura, y que en lo personal me gusta mucho. Este trabajo tendría que contar con (al menos) dos características:
a)Interrelación de los fenómenos macro y micro; desde los indicadores de conectividad, de transformación de modelos en diferentes ámbitos y de penetración tecnológica, hasta las experiencias personales, comunitarias y sociales en donde esos fenómenos impactan.
b)Responsabilidad social por parte de los actores, no sólo en la construcción del conocimiento sino en la difusión, crítica y búsqueda de modelos y estructuras que apoyen una mayor equidad en los diferentes niveles expresados en el punto uno.
Creo firmemente en que cada byte cargado de sentido es un fragmento más de este fractal que buscamos como reflejo de la sociedad que queremos, evidentemente Castells con su obra en tres volúmenes puso las bases para este planteamiento, ahora el reto es actualizarlo y presentarlo de formas diversas. Termino parafraseando a Marx con su famosa tesis once sobre Feuerbach: Hasta ahora los académicos se han dedicado a estudiar a la Sociedad de la Información, de lo que se trata ahora es de realmente gestionarla.

Bibliografía.
Castells, M. (2001). La Galaxia Internet. España: Plaza & Janés.
Castells, M (2000). La Era de la Información (Vol.1, 2, 3). España: Alianza Editorial.
Carnoy, M. (2000). Sustaining the New Economy.New York: Russell Sage Foundation.
Galindo, J. (1996). Cultura de Información, política y mundos posibles. Estudios Sobre las Culturas Contemporáneas, 2 (3), 9-23.
Gómez, E. (2000). Espacio, Ciberespacio e Hiperespacio: Nuevas configuraciones para leer la Comunicación Mediada por Computadora. Anuario de Investigación de la Comunicación (IX). México: CONEICC.
Gómez, E. y García, A. (2001). “Ciberespacio: algunas cifras y notas” en Ernesto Villanueva (Coordinador) Hacia un nuevo derecho de la información. México: Universidad Iberoamericana-Fundación Konrad Adenauer.
González J. A. (2003), “Cultura (s) y cibercultur@s: incursiones no lineales entre complejidad y comunicación, Universidad Iberoamericana, México.
Howard, P. (2004). “Embedded Media: How we know, What we know, and Society Online”. En Philip Howard y Steve Jones (Eds.). Society Online The Internet in Context. Estados Unidos: Sage Publications.
Jones, S. (Ed.) (1999). Doing Internet Research. Estados Unidos: SAGE Publications.
Jones, S. (Ed.) (1997). Virtual culture : identity and communication in cybersociety. E.U.A. : Sage Publications.
Jones, S. (Ed.) (1995). CyberSociety : computer-mediated communication and community. E.U.A. : Sage Publications.
Silverstone, R., Hirsch, E. y Morley, D. (1992). Information and communication technologies and the moral economy of the household. En Roger Silverstone y Eric Hirsh (eds.). Media and Information in domestic spaces. Nueva York: Routlegde.
Wellman, B. y Haywothnthwaite, C. (2002). The Internet in Everyday Life. Oxford: Blackwell Publishing:

Ahora si, algunos académicos.

Dado que casi no he pelado este espacio, pues al menos comparto algunas de las reflexiones y trabajitos de los doctorados, digo, que al menos a alguien le pueda interesar y servir este asunto no.

Académico del tercer mundo

Hoy había pensado escribirles que había sol, que la ciudad cambiaba cuando se presentía la primavera, que la banda estaba en los jardines haciendo de todo y que hoy estaba de buenas. Sin embargo, llegué a la universidad y me encontré con esto:

Dear Edgar Gómez,

Thank you for your application to the OII 2005 Summer Doctoral programme to be held in Beijing, China. I am afraid that on this occasion we have not been able to offer you a place on the programme. We received a large number of applications from all over the world and the standard of competition was very high. We hope to run this course again next year, and would encourage candidates, particularly those at a very early stage of their doctorate to apply again next year.

Thank you again for your interest in our Institute.

Yours sincerely,

Vicki Nash
Policy and Research Officer

Había aplicado para hacer un curso de verano en Beijing (pero organizado por la universidad de Oxford) y bueno, ya está claro que de los pinches ingleses no recibiré nunca nada. Me gustaría decir que ellos se lo pierden pero la verdad es que el único que se lo pierde soy yo. Algún día bloody britishs.

¿Amores en la red?

Más del 30% de usuarios de la red (españoles) ha tenido (o tiene) relaciones sentimentales en la red (mantenidas o iniciadas en ella). ¿Les interesa el dato? échenle un ojo a este Estudio, está interesante.

Viajes interdisciplinarios y tecnológicos

Vaya, salgo recién de una clase (que se extendió en el bar con un par de chelas, bendita España que tiene chelas en las universidades) pasé 5 horas hablando de tecnología, de su impacto social y la necesidad de una crítica filosófica (y empírica) hacia ella. Estuve con mis compañeros de clase (César,un físico-sociólogo, Rafa, un jubilado de Telefónica, que es como Telmex pero peor, ingeniero de comunicaciones navales-sociólogo, y Daniel, un guey que tiene más de 100 gigas de música en su compu, sociólogo también pero más joven). La verdad es que a esto vine, a tener conversaciones de estas, con tipos inteligentes, que me retan y con los que puedo aprender (ojo, no estoy diciendo que no los haya tenido antes, estoy diciendo que a esto vine, a tener puras conversaciones de estas). Estoy muerto, pero bueno, no quería dejar de escribir un poco (¿ven como pretendo ser constante?). Gracias a toda la banda que ha perdido un poco de su tiempo atendiendo al mio (gracias Brod por tus palabras). Pues les mando un abrazo a todos y todas.